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Obsolescencia planificada: el marketing de cambiar lo viejo por lo nuevo

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obsolescencia

La obsolescencia planificada u obsolescencia programada es una condición que se otorga a un producto que ya no es útil, a pesar de estar en perfectas condiciones. Es decir, los productos son deliberadamente diseñados para sufrir accidentes en un corto período de tiempo. La obsolescencia comenzó tras el nacimiento de la Revolución Industrial.

Tras la Revolución Industrial, se establecieron normas en torno a la fabricación de bombillas forzando a una duración de 1000 horas, habiendo sanciones en caso de existir más tiempo prolongado de vida útil. Se han fabricado bombillas con una duración de más de 100.000 horas pero han existido formas de bloquear su producción y comercialización para no desestabilizar el concepto de consumo. Al igual que en la política, que en teoría es el pueblo para el pueblo, el mercado está en la misma situación, al servicio del consumo bajo los preceptos del capitalismo.

Por ejemplo, si pensamos en laptops o, incluso, netbooks existen elementos frágiles que peligran su duración a largo plazo. De hecho, la refrigeración interna por la que pueden dañarse parte del hardware de estos dispositivos suele generar problemas al no tener suficiente ventilación aumentando la temperatura interna de estos ordenadores portátiles y dañando sus unidades.

La obsolencia es un problema planificado por las empresas de producción con motivo de mantener una economía activa en torno a una serie de productos. En una sociedad de consumo, el marketing y la obsolescencia van unidas a menudo. También la moda por alguna característica nueva integrada en un producto de una nueva línea obliga a descartar el anterior aunque mantenga similares características a salvedad de la pequeña innovación.

Obsolencia es enemiga de la nanotecnología. La nanotecnología a menudo pretende crear productividad de un producto tecnológico a pequeña escala otorgando grandes funcionalidades, lo que hace que el consumidor no dependa de un consumo activo constante o prolongado.

En nuestro día a día consumismo hace creer que estamos adquiriendo un producto de buena calidad. Sin embargo, la calidad de ellos son buenos para quienes los producen, ya que estos productos son fabricados con el fin de minimizar costos y maximizar beneficios. Existe capacidad técnica, pero no la intención de aplicarla para hacer más prolongado un producto, más allá de su fecha de garantía de compra. Así que los productos deben ser baratos y frágiles de romperse o estropearse, con su obsolescencia planificada.

Siendo caros, la gente no aceptaría su baja calidad. Cuando un producto se avería, las opciones que se nos presentan es la reparación o la compra de uno nuevo. En general, el soporte técnico tiene unos costes superiores que uno nuevo, por lo que garantiza que el consumo de determinado producto siga existiendo en sustitución de lo viejo por lo reciente, generando consumo de nuevo sobre el producto.

Con el avance de productos de tecnología electrónica, vemos cómo teléfonos móviles han evolucionado en diseño y características. Ahora bien, estos pequeños dispositivos, que están actualmente a cargo de empresas líderes, están siendo diseñados para accidentes o facilidad de ser destruidos con ligereza. Los materiales de fabricación y protección no son los ideales. Otros, compiten con mejores condiciones renovando su línea con mayor frecuencia, una obsolescencia alternativa.

Imagínate todas estas campañas para vender nuevos dispositivos móviles. Hay personas que cambian de móvil de acuerdo a la moda. Nada más la empresa lanza un nuevo modelo que tiene este dispositivo de consumo, se logra descartar su “viejo” para obtener uno nuevo porque se ha generado una imagen de  tendencia en el consumo.

Históricamente, una estufa, un refrigerador, una cama, y hasta una bombilla tenían una duración mayores que ahora. Hoy en día, los productos se encuentran inteligentemente construidos para ser rápidamente descartados. No es una casualidad, existe mucho marketing detrás de ello. Como ventaja de todo ello, se establecen precios más competitivos al mismo tiempo que mantener la hegemonía comercial.

La inteligencia humana en lugar de desarrollar productos duraderos que utilizan menos recursos naturales y energía, hace exactamente lo contrario. ¿Por qué? Porque si los productos fueran altamente eficientes, la gente no necesitaría renovarlos, y las compañías disminuirían su facturación.

El enfoque de la obsolescencia se había planteado originalmente como un trato de crear más mano de obra a cambio del desgaste de un producto obligatorio. Hoy en día, muchas empresas optan por seducir con nuevos productos frente al desgaste intencionado que generan otras compañías. Más belleza, más estética y mejores prestaciones son las claves de la obsolescencia en la actualidad.

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